Entre marzo y julio de 2025 se llevó a cabo el proyecto “Resonando juntas: Testimonios sonoros de violencia obstétrica en el Perú”, proyecto beneficiario del Segundo Laboratorio Sonoro 2025, impulsado por WikiAcción Perú y asimtria.org. Resonando juntas fue una propuesta impulsada por Mary Espinoza de Obstetras Feministas, en coordinación con Yovanna Mateo integrante del Comedor Popular Autogestionario “Manuel Scorza”, y Thaira Naucapoma y Lisha Tulich de Partos y Nacimientos Dignos. Ambas colectivas comprometidas con visibilizar y erradicar prácticas de violencia en la atención obstétrica, haciendo posible la creación de un archivo vivo de memorias en torno a la violencia obstétrica en el Perú. A partir de un proceso colectivo, vecinas, estudiantes y servidoras de salud de El Agustino se formaron como resonadoras de voz, capacitándose en talleres sobre autonomía corporal, derechos reproductivos y el uso sensible de la voz como herramienta de denuncia y acompañamiento.
Este camino permitió reconocer las múltiples formas en que se manifiesta la violencia obstétrica en el país, visibilizando experiencias que suelen ser silenciadas. Mediante la curaduría colectiva, se seleccionaron y grabaron testimonios anónimos que dan cuenta de la diversidad de emociones vividas tras una experiencia real de violencia obstétrica.
El proyecto impulsó la participación en el uso de plataformas Wikimedia, a través de un taller práctico en el que se aprendió a subir audios a Wikimedia Commons, asegurando su acceso libre y su permanencia como parte de un acervo de memoria digital compartida.
Resonando juntas no sólo documentó experiencias de violencia obstétrica, sino que abrió un horizonte de escucha colectiva en el que la voz se transforma en memoria, resistencia y posibilidad de cambio.
“Nunca pensé que contar mi parto sería tan difícil… pero ahora sé que es necesario”.

Sobre el proceso: donde la escucha se convierte en cuidado
El proyecto Resonando juntas se desarrolló en tres fases, planificación, registro sonoro y socialización, cada una marcada por hitos que convirtieron la experiencia en un proceso de memoria, cuidado y denuncia colectiva.
En la fase inicial, el tendedero de testimonios se convirtió en el primer espacio simbólico de encuentro. Colgar en hilos las palabras de mujeres que habían vivido violencia obstétrica permitió al equipo iniciar un diálogo profundo sobre cómo estas historias se entrelazan con la vida personal, clínica y formativa de cada participante. Fue también el inicio de una curaduría colectiva que dio forma a las voces que más tarde resonarían públicamente.
Durante el proceso de formación, los talleres fueron claves. El taller de violencia obstétrica generó un debate urgente: cómo eliminar prácticas normalizadas y construir atenciones con dignidad. El taller de autonomía corporal ofreció un espacio íntimo, donde las resonadoras exploraron su propio cuerpo como territorio, reconociendo memorias y posibilidades de cuidado. Finalmente, el taller de voz e interpretación fue un momento de conexión intensa: leer los testimonios como si fueran propios permitió sentirlos no como historias ajenas, sino como heridas compartidas.
De esa experiencia surgieron 14 testimonios grabados, cada uno con la fuerza de una voz que, al hacerse pública, rompe silencios y abre caminos de escucha.


El cierre fue tan simbólico como transformador: la instalación en la canchita El Cenicero de El Agustino, en medio del mercado y un parque infantil, llevó los relatos a la vida cotidiana. Allí, las mujeres que escuchaban en la cabina con audífonos se reconocieron en esas voces, algunas compartiendo por primera vez sus propias experiencias. El tendedero, el mapa de visitas y el panel resonador se llenaron de mensajes, aprendizajes y sentires que hicieron evidente la necesidad de escuchar.
“Escucharnos entre nosotras nos hizo darnos cuenta de que lo que vivimos no fue un caso aislado, sino parte de un problema estructural”
Entre las frases más repetidas estuvieron preguntas como: “¿Por qué el personal de salud actúa así?” o “¿Qué se puede hacer en esos casos?”. Preguntas que revelan no solo dolor, sino también una búsqueda colectiva de respuestas y de cambio.
Resonando juntas fue, en esencia, un espacio donde las voces no se quedaron en el registro: se hicieron memoria, se hicieron presencia en la calle y se hicieron resistencia compartida.
Resultados e impacto del proyecto
Inicialmente concebido para involucrar a un pequeño grupo, el proyecto logró ampliar su alcance y profundizar su impacto. En la organización participaron cuatro mujeres, quienes llevaron adelante el diseño, gestión y acompañamiento del proceso. A través de los talleres presenciales sobre violencia obstétrica, curaduría colectiva y autonomía corporal, cinco participantes se formaron en la comprensión crítica de la problemática y en el cuidado del cuerpo y la voz como territorios de resistencia.
El taller de voz superó las expectativas: mientras se proyectaba la participación de cinco personas, finalmente fueron diez las que se sumaron, lo que duplicó la meta y permitió que más mujeres encontraran en la voz un canal de expresión y sanación. Asimismo, en el taller de registro sonoro, siete participantes se involucraron en la producción de testimonios, aportando a la construcción de un archivo sonoro colectivo.
La Subitón de archivos sonoros a Wikimedia Commons fue otro de los hitos: nueve participantes, entre sesiones virtuales y presenciales, aprendieron a crear cuentas y subir materiales, involucrando a nuevas personas en el uso proyectos Wikimedia. En este proceso, siete nuevas participantes conocieron y subieron por primera vez audios e imágenes al repositorio libre Wikimedia Commons.


Los espacios de socialización tuvieron un alcance aún mayor. La sesión de escucha y tendedero en el espacio público reunió a nueve participantes directas (entre organizadoras y resonadoras) y congregó a 20 asistentes de la comunidad local, quienes escucharon los testimonios y dialogaron en torno a la violencia obstétrica, haciendo de la calle un espacio de memoria y acción.
La sistematización del proyecto contó con la participación sostenida de ocho personas en sesiones presenciales y virtuales, consolidando aprendizajes y trazando rutas para futuras ediciones.
En cuanto a producción, los logros fueron significativos: se planificó subir diez audios, pero el esfuerzo colectivo permitió publicar 14 testimonios sonoros en Wikimedia Commons, ampliando el horizonte de escucha y asegurando su circulación libre y abierta.
Finalmente, aunque se habían proyectado ocho alianzas estratégicas, el proyecto consolidó siete colaboraciones sólidas, entre las que destacaron Partos y Nacimientos Dignos, Servicios Educativos El Agustino – SEA, Partos y Nacimientos Dignos, Servicios Educativos El Agustino – SEA, deconstuidaAs Podcast, Vocifera, algunas promotoras de salud de El Agustino y WILA – Women In Law, que posibilitaron la realización de actividades, el acompañamiento de procesos y la difusión de resultados.
En conjunto, estos números dan cuenta de algo más profundo: el fortalecimiento de una red de mujeres y aliadas que, a través de la escucha, la voz y la acción colectiva, pusieron en evidencia la violencia obstétrica y la transformaron en un acto de memoria y resistencia compartida.


Lecciones que deja la voz
Este camino dejó aprendizajes que van más allá de lo técnico:
- Crear un espacio seguro no es opcional, es el corazón del proyecto.
- La voz es una herramienta poderosa para sanar y para exigir cambios.
- Difundir en plataformas libres garantiza que las historias no queden atrapadas en un cajón, sino que puedan llegar a comunidades, profesionales de la salud, periodistas y activistas.
Un encuentro para seguir resonando
El próximo 29 de agosto, en Casa Trenzar, como parte de La Ruta por la Cultura Libre en las Limas, podrás escuchar el proceso de la creación de estas piezas sonoras y conversar con sus creadoras. Será un momento para sentir, reflexionar y sumarse a la lucha contra la violencia obstétrica en el Perú.

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